Wednesday, August 12, 2020

TALLINN (ESTONIA) & AMSTERDAM 2018 September

Tallin tenía muy buena pinta y debo decir que ha sido todo un acierto: sorprendente, genuina y recomendable... fuera del crudo invierno.

Esta ciudad báltica de más de 700 años, capital de Estonia, es muy cosmopolita pero tiene un profundo corazón medieval que ofrece una arquitectura sorprendente con un estilo más tradicional que contemporáneo. Y es que mantiene casi intacto su pasado. 
Una herencia de lo viejo que combina armónicamente con lo nuevo, con autenticidad suficiente. 

Menos "colonizada" que ciudades como Praga, Viena o Dubrovnic... aún estás hoy a tiempo de viajar al pasado en Europa sin formar parte de hordas de turistas.

Y es que Tallín -en español pronúnciese "Tálin"- es surrealista, con un "casco viejo" (Patrimonio de la Humanidad desde 1.997) muy bien restaurado, donde las calles empedradas, los pasadizos, los patios privados y públicos, las sólidas murallas, las casas medievales con sus puntiagudos tejados y coloridas fachadas, te trasladan a otra época, en un ambiente tranquilo y relajado, poco ruidoso y muy agradable de recorrer.

Es como un cuento hadas, o de vikingos o de señores feudales... una mezcla.  En cualquier caso, un decorado limpio, cuidado y ordenado para recorrer con calma y sin rumbo.

Al regreso, un día entero en Amsterdam. Tercera vez. Una gozada. Os cuento mis impresiones...

Tallin, una ciudad pequeña en la que puedes conocer su esencia en pocos días. Con muchos lugares atractivos. Animada, manejable y accesible y, dicen, con uno de los cascos medievales mejor conservados de Europa. Si no está ya de moda, no le queda nada. Lo mejor: callejear, porque la recorres a pie sin problema.

En 5D/4N por nuestra cuenta, combinamos una estancia a fondo en Tallín con una visita de día entero, en coche de alquiler, al Parque Nacional Lahemaa. Y, por suerte, a la vuelta estuvimos casi un día entero (domingo) en Amsterdam, que era la tercera vez que visitaba y que siempre me gusta tanto.

Esta razón (una escala muy larga a la vuelta) pudo provocar que el precio de los vuelos con KLM desde Bilbao fuesen baratos. Una oportunidad "única" que no siempre te puede cuadrar si en vez de con la ciudad de los canales, te toca p.e. con Munich o Frankfurt, para mí mucho menos interesantes.

Hay otros blogs que hablan muy profusamente de esta maravillosa ciudad. No entraré tan al detalle de lugares me centraré más en la fotografía, siempre más visual y definitivamente "acreditativa". Una obviedad: la ciudad cambia rabiosamente su imagen por la noche, con una iluminación arrebatadora; por ello combinaré fotos day and night.

Estuvimos 4N en el Hotel Von Stackelberg y sin duda repetiría. Un 4* en una ubicación inmejorable junto a Toompea y muy bien de precio, con un excelente desayuno buffet. A 15 km. del aeropuerto (20 eur en taxi).




El tiempo en Estonia fue afortunadamente bueno (18-24 grados), con un intenso cielo azul pese a ser un país muy frío y muy ventoso en invierno.
Ví bastante turismo, nunca demasiado, y por la noche mucho ambiente: posiblemente eran escandinavos que van a Tallin de finde: barato para ellos... y con mucho por beber.

Bastantes clubs nocturnos y discotecas. Mucha cerveza y el vino a 8 euros la copa, aunque llena hasta la mitad ("¿quién se va a beber esto?").
Una ciudad de cultura (muchos conciertos, jazz, clásica,…) pero también de fiesta…con una intensa vida nocturna.


De la gastronomía debo decir que en general me gustó. Muy basada en carnes cocidas, salmón y arenques, mejillones, pulpo…aunque sin más.



Tallin (que se escribe también Tallinn pero se pronuncia "Tálin") fue construida entre los siglos XIII y XVI, y aún está rodeada de 2 km. de murallas y torres de vigilancia. De 27 originales quedan hoy 20, casi intactas, lo cual le da un aire "fantástico" y cuenta con rincones ciertamente espectaculares justo por ese estado de conservación tan sorprendente.
Y tan limpia…. fue una gozada "perdernos" por todas las calles posibles, sin rumbo y sorprendidos cada 2x3 por ser TAN fotogénica.




En 1.991 Estonia se independiza de la Unión Soviética, tras su asfixiante influencia negativa y un cruel KGB que tan mal recuerdo les dejó, y en 2004 entra en la Unión Europea, junto con otros países. Tiene solo 1,3 millones de habitantes y Tallín sobre medio millón.
Es, junto con Luxemburgo y Malta, el país más pequeño de la UE.

El estonio, salvo raras excepciones, es introvertido y algo frío y en realidad tiene más raíces culturales y étnicas con Finlandia.

Helsinki, aunque a solo 80km y 2h en un "ferry-juerga", no me recomendaron visitarlo: no debe ser muy bonito y preferí ver a fondo Tallín, ciudad que mucha gente solo conoce de unas horas, por parada de algún crucero.

Estonia pasó de una economía deprimida a apostar por la tecnología, mirándose en el espejo de una Finlandia empujada por Nokia. Y es que Estonia es todo un ejemplo: allí nació Skype y hoy están a la vanguardia de Europa en penetración de internet y telefonía móvil.

Una sociedad absolutamente "digital", donde la educación está increíblemente orientada a la tecnología: todos los ciudadanos están  obligados a tener una identificación digital y tienen internet como un "derecho humano básico": hay wifi gratis en TODOS los sitios y son número 1 en ciberseguridad. Todo basado en blockchain.  Un país en el que inscribes una empresa en solo 20 minutos y que es el más transparente y menos corrupto de Europa. Bienvenidos a e-Estonia!.

Todo en euros por tanto: ropa y alcohol caros, comida y alojamiento normal o barato. Los mayores hablan sobre todo ruso y los jóvenes estonio e inglés (poco, aunque suficiente). Telefonía 4G y sin roaming…

Básico: Tallin se divide en dos zonas, la "nueva " (más moderna…y también más "soviética") y la "vieja", con dos partes: la parte "alta" (la colina Toompea, con la Catedral) y la parta "baja" (Vannallin, que es la ciudad vieja). Sobre este sencillo esquema, estructuraré este post. Con un plano en la mano eres "capitán general": no hay pérdida posible. Qué bien!.


ZONA NUEVA

Era la "cara B" de Tallin: grandes hoteles y centros comerciales. Practicamente solo la visitamos de pasada en coche, si bien estuvimos en una zona muy recomendable, Rotermanni, para compras y para comer/cenar. Cenamos en el restaurante Noya: una cocina espectacular que fusionaba la japonesa con la nórdica: probamos un sushi de carne de wagyu, con un vino de Bulgaria, excelente!. El cocinero era malagueño y la camarera, estonia, hablaba un perfecto español.



Mucho ambiente en Rotermanni, locales espectaculares en fábricas y edificios industriales de los años 20, reaprovechados para negocios muy variados. Allí saben hacer bien estas cosas. Mucho nivel y el triunfo de una arquitectura pensada en reciclar lo antiguo para alcanzar altas cotas de modernidad y vanguardismo.








Al barrio de Kalamaja fuimos paseando por la costa, desde un mercado de pescados donde había una música en directo, algo casposa. Visitamos un museo al aire libre de barcos de guerra.








Imprescindible una vista al barrio de Telliskivi, una zona alternativa con bares, restaurantes, tiendas de segunda mano..... en antiguos edificios y un bar en vagones de tren. Acojonante, aquí conviven restos de la nostalgia comunista, con los creadores contemporáneos, los locales más innovadores y restaurantes con diseño. Grafitis y buen ambiente.








ZONA ANTIGUA –Parte "alta"

Desde la colina de Toompea hay unas vistas espectaculares de Tallin. Fabulosas. Dicen que habitada desde la prehistoria, cerca del Parlamento estonio hay varios miradores pero destacan PATKULI (desde donde ves las murallas, la famosa iglesia de San Olaf y el mar, con su puerto de cruceros) y KOHTU (para ver todo el barrio medieval, con gaviotas que posaban descaradamente). Recomiendo subir por un lado (calle Pierna Larga) y bajar por otro (Calle Pierna Corta). Zona de cafés y músicos callejeros.









Muy bonita la iglesia luterana de Santa María, la más antigua de Estonia…de 1.229.







Y la mastodóntica Catedral Alexander Nevsky, también Patrimonio de la Humanidad (dejaré ya de hacer este referencia porque hay muchos lugares con este "título") y llama la atención por sus enormes cúpulas y por no ser medieval. Ortodoxa y de inspiración rusa, recordaba a la Plaza Roja de Moscú…










ZONA ANTIGUA – Parte "baja"

Bajando de Toompea te encuentras con la Torre Kiek in de Kök. Preciosa.



Así llegas a la Plaza de Libertad, donde el sábado llegaba un maratón y estuvo efervescente. Con la Iglesia San Juan, "solo" de 1867 jaja poca antigüedad.

Y ya estamos la Puerta de Viru, que es la "entrada" al casco viejo medieval, con sus dos torres pequeñas y cilíndricas.


Y si hubieras bajado de Toompea por el otro lado, te encuentras con más rincones con encanto...








Llegas, en cualquier caso, a la Plaza del Ayuntamiento, muy vistosa, es quizás el centro neurálgico, con un edificio de 1.404 con gárgolas y una torre de 64m a la que no subimos por haber ido ya a la de San Olaf. Antiguo lugar de mercaderes y comerciantes, también de ejecuciones, hoy está llena de terrazas con bares y restaurantes. 














En una esquina de la Plaza de Ayuntamiento, está Raeapteek, la que dicen es la farmacia más antigua de Europa, abierta desde 1.422. Todo un museo farmacéutico. Curioso, sin más. Abierta y llena de turistas. Fotos y fuera. Cerca se inicia la famosa calle Pikk, tan emblemática del pasado medieval.




Interesante me pareció el restaurante Olde Hansa, en el que te trasladas, de verdad, a la Edad Media. Un clásico, cenamos con velas en este ambientado local del siglo XV, con camareros y carta "de la época". No es caro.





Desde el Ayuntamiento, sale la calle comercial "Viru" que llega a la Puerta de Viru, flanqueada por dos pequeñas torres, iconos de Tallin. Al lado, un espectacular mercado de flores.





Y muy cerca un restaurante-coctelería, Deja Vu, recomendable, con terraza y una carta de comidas corta pero perfecta y con suficientes vinos para elegir. Por la noche tenía DJ y estaba pegando a otros bares muy interesantes. Había ambiente en todos los sitios.

A su izquierda, en una calle hay un mercado permanente de ropa de lana tradicional, por la que se accede al famoso Pasaje de Santa Catalina, una caprichosa y encantadora callejuela de comercios y talleres artesanos, entre muros del siglo XII, algunos con relieves. Fotogénica, especial e impagable en un ambiente medieval. Y, allí mismo, escondidos, algunos rincones bohemios espectaculares y mágicos con cafés, talleres,…como la Casa de Muñecas.












Antes de llegar a la imponente iglesia de San Olaf, te encuentras con la Torre de Margarita La Gorda, actualmente sede del Museo Marítimo.




Y ahí estaba, al final de la calle Pikk, la Iglesia de San Olaf, con 125m y del siglo XII, que fue el edificio más alto del mundo (juass) en la Edad Media. Todo un símbolo de Tallín. Subimos 258 escalones y las vistas eran espectaculares. Hice una videollamada con España, desde arriba, para dar envidia sana con semejantes vistas, magníficas: Tallin en 360 grados. Impresionante...











Muy cerca, entramos a una especie de Museo de torturas de la antigua KGB. Muy interesante, con videos, textos y audios de interrogatorios. Durillo.






Otro garitos muy interesantes para ir a tomar algo y/o a cenar rico son el Tai Boh, que nos encantó por la decoración y la música, y, justo a la vuelta el Butterfly Lounge, con un simpático camarero ecuatoriano. Muy recomendables, sobre todo el primero.





El sábado, salimos pronto de Tallin en un Toyota Auris (alquilado con Rentalcars.com, 90 euros con todas las coberturas completas) al afamado (y descomunal) Parque Nacional de Lahemaa, el más grande de Estonia, solo a 80 km. Cerrado al público durante la época soviética, quizás eso justifique su excelente estado actual, muy virgen.




Más interesante por libre que haciendo una visita guiada en autobús desde Tallin, demasiado cara. Terminamos haciendo al final casi 250 km. en coche. Con la app del móvil, siempre tan imprescindible, Maps.me, para ubicar los lugares a los que accedías por solitarias carreteras entre enormes árboles. De relieve muy variado y en un entorno muy agradable y espectacular, vimos muchos sitios y no había que pagar entradas. El Parque era también una de las mayores reservas de animales del norte de Europa, con osos, linces y lobos…que no vimos, claro.

Las posibilidades de aventurarse en este Parque son muchas y hay varios puntos de entrada, algo no suficientemente bien explicado (tienen un buen espacio de mejora) para planificarte, y comenzamos por la cascada de Jägala, de 8m de altura,.
Había poco caudal aunque llega a tener unos 50m. de ancho en época de lluvias.






Seguimos por explorar, entre bosques, el sendero Viru Raba. Precioso: 3,5 km sobre pasarelas de madera en una zona pantanosa...a veces nos cruzábamos con algunas familias que paseaban por allí (no dice "hola" ni Blás) y llegamos a una torre de vigilancia de madera que brindaba un vistas excelentes y donde dimos la vuelta.













También estuvimos en un pueblo pesquero muy pintoresco, Käsmu. Precioso. Es muy curioso ver enormes piedras redondas en las playas de la costa, dicen que traídas hace miles de años por el hielo glaciar…





Fuimos a Viitna a comer a Viitna Körts, recomendados, pero no nos gustó, un buffet muy sencillo y algo cutre. Carne floja y mucha patata cocida. Los alrededores, preciosos...






Visitamos algunas casas solariegas, que estaban junto a la más famosa y aclamada, Palmse, construida en 1.720 (toma ya!) y espectacular, con jardines y un lago impresionante. No entramos a verla por dentro. Había varias casas, un hotel y campos de manzanas. Muy chulo.














Terminamos en la torre solariega de Kiiu que -una faena- estaba cerrada ese día. El punto era que era la "fortaleza más pequeña de Estonia". Construida en 1.520,  hoy es un pequeño museo.



En Kaberneeme, vimos una playita en la que el agua no estaba tan fría como creíamos. También con rocas milenarias en la orilla.






El domingo 9/sept despegamos a las 7h a Amsterdam, donde aterrizamos a las 9h. Visitamos la ciudad desde las 10h a las 19h. porque el vuelo a Bilbao despegaba a las 20,45h. Tercera vez en Amsterdam, una gozada como siempre.

Ciudad manejable, tan atrayente y efervescente. Con calor, mucha gente, animación, todo abierto...qué puedo decir de Amsterdam!: una apuesta segura para un finde. Tan evolucionada, permisiva y tranquila. No paramos de patear…y creo que no dejé calle sin recorrer, prescindiendo, claro, de museos que ya había visitado anteriormente.





























Ha sido una escapada cañón, salvo por el hecho de que KLM nos tuvo nada menos que 3 días enteros sin maletas, que quedaron extraviadas a la ida en la escala en Amsterdam. Solo diré que gracias a los seguros he aumentado gratis mi fondo de armario considerablemente, a pesar del mazazo por semejante e inesperado desastre logístico.

Ahora solo me relamo pensando en el próximo destino que tengo en ciernes para estas Navidades: 10 días en Zanzibar, Tanzania, y que quiero afrontar por mi cuenta con una aproximación alternativa a lo que algunos se puedan imaginar a priori de esta espectacular isla del Índico, en tres alojamientos diferentes. Lo contaré...

Y ya para 2019 vendrán, si nada se tuerce, Budapest por fin, y luego una muy intensa aventura en Etiopía de 2 semanas en coche y con vuelos internos, que quiero preparar a conciencia.
Un nuevo viaje al África negra -sin duda mi destino favorito- que, por lo que puedo intuir, anticipo que podría ascender quizás al pódium de los 3 destinos que considero más impactantes en toda mi experiencia viajera: Nueva Zelanda, Benin y Myanmar.

Hasta aquí puedo leer. El futuro está por escribirse.

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